En su casa rodeada de molles, tunas y flores, ubicada en una comunidad del distrito de Quinua, Nikcole a sus cortos 10 años se esfuerza para distribuir su tiempo entre sus estudios y su afición por el canto, porque está convencida de que solo la perseverancia la conducirá a hacer realidad sus sueños: ser una gran abogada y una cantante famosa.
Su afición por la música la ha motivado a componer una canción con la que busca inculcar en los padres y en los propios niños de su comunidad, los cuidados que deben tener para convivir en una situación de emergencia sanitaria nacional como la que estamos viviendo.
La perseverancia es parte innata de Nikcole y su madre, que tuvo que criar sola a su hija, por lo que tuvo que convertirse en el único sustento económico y emocional de su familia.
La ternura que cambió sus vidas
Si bien la vida de Nikcole y de su madre parecen estar encauzadas, ellas superaron muchos desafíos gracias a su esfuerzo y al apoyo que recibieron del programa “Crianza con Ternura” de World Visión Perú, del que están muy agradecidas.
La niña recuerda que desde siempre le gustó cantar. “Desde que era muy pequeña me gustaba cantar, pero tenía mucho miedo de no hacerlo bien y de que todos se burlen de mí. Tampoco me gustaba leer porque me era difícil aprender y mi mamá no tenía tiempo porque debía irse a trabajar y no podía escucharme ni enseñarme”, afirma.
Ello generó inseguridad en Nikcole, sin embargo, fue superado gracias al programa Crianza con Ternura al que su madre tuvo la oportunidad de asistir. Lo bonito de este programa es que además es replicado por voluntarias comunitarias en sus comunidades y han logrado comportamientos positivos entre padres e hijos.
“Un día llegó World Vision e invitó a mi mamá a asistir a los talleres de Crianza con Ternura. Esto ayudó para que mi mamá tuviera palabras bonitas hacia mí y me apoye en lo que me gusta hacer; la música”, recuerda Nickole.
“Nunca más me volví a sentir sola”
Ruth, madre de Nikcole, recuerda que “ser madre soltera no es bien visto en mi comunidad, me criticaban y sentía vergüenza; incluso a veces llegaba a llorar”.
Afortunadamente, en el 2012 World Vision llegó a su comunidad para ayudar a niñas y niños vulnerables para que sean beneficiarios de sus programas. “Desde ese día nunca más volví a sentirme sola; sentía que alguien más se preocupaba por mi hija y también por mí”, rememora Ruth.
Señala que los talleres de Crianza con Ternura transformaron su vida y la de su hija, y gracias a ellos se siente acompañada, apoyada, escuchada y aprendió a expresar el cariño a su hija y entender que ella era y es su “motor y motivo.
Sueños alcanzables
Mientras tanto, en medio de la pandemia, Nikcole señala que no persistirá hasta hacer realidad sus sueños: ser cantante y una buena profesional. “Quiero ser una gran abogada para ayudar a los niños, para que no sufran maltratos, abandono ni violencia”, dice.
También espera que pronto superemos la emergencia sanitaria nacional que vivimos a causa de la pandemia del Covid-19. “Cuando pase esta pandemia quiero hacer un viaje con mi mamá, además de tocar la guitarra y volver a la escuela como antes”, dice.
Nikcole y Ruth reiteran su agradecimiento a World Vision: “Gracias por haber llegado a nuestras vidas, sabemos que es parte de nuestras vidas y de nuestro cambio. Aquí en nuestra comunidad todos nos sentimos felices con esta organización, es una bendición”, mencionan.