Migdaly llegó al Perú desde Venezuela con sus hijos de 8 y 10 años hace casi 6 meses. “Somos del estado de Zulia. Mi esposo se había venido antes a trabajar para enviarnos para comer y para los pasajes. Pasó cosas duras hasta que Dios le proveyó y nos envió lo que pudo. Incluso era tanto el desespero por salir de Venezuela que yo le decía que me enviara lo que sea, así sea solo para llegar a la mitad del camino.”
“A pesar de que mi esposo me envió los pasajes, el dinero solo nos alcanzó hasta llegar a Rumichaca. Veníamos regateando por todo el camino y la comida que trajimos se nos acabó. Yo tuve náuseas, dolor de oído, de cabeza… ese viaje es horrible, muy fuerte y largo. Al llegar a Rumichaca sin dinero ni comida nos ayudó la Cruz Roja y nos trajeron unos buses gratis desde allá”.
Cuando llegaron para establecerse en Tumbes las cosas también siguieron siendo difíciles para Migdaly y su familia. “Desde que llegamos comenzamos a pasar ciertas necesidades, como el hecho de no tener vivienda propia, ropa escasa y trabajos en venta informal. Mi esposo alquila un auto para hacer colectivo, pero sus ganancias del día no siempre alcanzan para pagar ese alquiler", dice Migdaly.
“Empecé a vender algunas cosas en el paseo de Tumbes, cerca de uno de los Espacios Amigables para la Niñez de World Vision Perú. La carpa me llamó la atención y decidí preguntar de qué se trataba. Me dijeron que eran espacios lúdicos para niñas y niños venezolanos y me sentí realmente emocionada porque así mis hijos Efraín y Misael podían tener amigos nuevos, ya que venían dejando todo”.
Como trabajadora social, Migdaly estaba convencida que estos espacios serían estupendos para que sus niños no se sientan solos o se aburran por las tardes y comenzó a invitar a sus compatriotas para que también lleven a sus hijas e hijos. Poco a poco se sentía comprometida y comenzó a ser voluntaria dentro del Espacio Amigable. “Me capacitaron en la metodología, políticas de protección y otros temas.”
“Sigo siendo voluntaria del Espacio Amigable y eso me permite poder apoyar a otras personas y compartir con los niños, niñas y mis hijos Efraín y Misael que están fortaleciendo sus lazos de hermanos y mejorando su técnica de dibujo y pintura, además de aprender juegos de Perú para incorporarse a la escuela y hacer nuevos amigos con facilidad. Agradezco a World Vision Perú por el apoyo a mis paisanos venezolanos.”